El año estuvo marcado por marcados contrastes: periodos fríos y lluviosos alternaron con etapas de calor intenso y tormentas. El verano se presentó inestable y en gran parte nublado, hasta que a finales de agosto el clima cambió de forma casi milagrosa, regalando días soleados que se prolongaron hasta el final de la vendimia. Cuando Dom Pérignon Vintage 2000 fue lanzado en 2008, mostraba un equilibrio único entre frescura y madurez, entre efervescencia y armonía.