La leyenda narra que en una noche oscura, un deslumbrante haz de luz, emitido por un ser celestial, descendió sobre la destilería Oban. Esta entidad vibrante y dinámica tocó el firmamento, esparciendo un resplandor violeta por el cielo y bañando la destilería con su luz sobrenatural. Los alrededores se vistieron de tonos de ciruela y mora, otorgando a los whiskies de Oban una dulzura excepcional y distintiva.