Según la tradición de nuestra destilería, Clynelish enfrentó una tempestad feroz que amenazaba con congelar sus preciados barriles bajo el azote de vientos helados. Fue entonces cuando emergió, de entre las sombras, una enigmática criatura felina, inmune al frío, cuya mirada dorada y cautivadora se posó sobre los barriles, envolviéndolos en un manto de calidez mística. Los barriles, una vez salvados, se vieron imbuidos de una enigmática intensidad especiada por el roble transformado.